sábado, 14 de mayo de 2011

El Gladius: La espada que conquistó un Imperio


En el 209 a.C. Escipión el Africano tomó Cartago Nova (hoy Cartagena), considerada inexpugnable (cómo la tomó es otra historia, y quizá la contemos en otra ocasión). Entre el botín de guerra que capturó se encontraba “algo” que revolucionaría el arte de la guerra de los romanos y les haría sojuzgar a los pueblos vecinos: los maestros forjadores de las excelentes espadas hispanas. Los romanos habían aprendido en sus propias carnes la dolorosa lección de las falcatas, las espadas que portaban los mercenarios celtíberos de Anibal: Una espada de hierro de doble filo, de unos 50 cm. de largo por 7 de ancho, buena para lanzar tajos pero sobre todo para dar estocadas, ligera y por lo tanto rápida de usar. Ni que decir tiene que la nueva “tecnología” se incorpora a la máquina militar romana: Cinco años después de la conquista de Cartago Nova, en el 204, las tropas romanas que desembarcan en África para luchar en Zama y poner de rodillas a Cartago llevan, colgando del costado derecho, la espada hispánica (el “gladius hispanicus”)… y han sido entrenadas para usarlo correctamente. (Antes de que me busquen tres pies al gato nuestra espada actual recibe su nombre de la “Spatha”, más larga que el gladius, usada por las tropas de caballería).

Los romanos hicieron cambios en el modelo original de la falcata hispánica, para mejor adaptarlo a su terrible estilo de lucha: Los principales fueron que aumentaron la punta del arma (aumentando así el poder de penetración: un gladius atravesaba sin problemas una cota de mallas) y cambiando el hierro por acero (haciéndola más ligera y letal).

El gladius no era un arma para héroes, sino para soldados: estaba cuidadosamente diseñado para usarse en una situación muy concreta… y bien empleada era letal de necesidad. La legión romana marchaba en orden cerrado contra el enemigo (¿por qué les encantaría tanto el ataque frontal?) y llegado el momento les arrojaban las lanzas ligeras, los pilum. Este arma (casi mejor llamarlo jabalina) estaba diseñada para inutilizar el escudo del enemigo. La punta de hierro del arma estaba asegurada al asta de madera por dos clavijas: una de metal, otra de madera. Al hincarse en el escudo enemigo la de madera se rompía, haciendo que la clavija de metal se doblara hacia abajo por el mismo peso del arma. El desafortunado dueño del escudo no podía arrancar el pilum, ni seguir usando el escudo. Así que llegaba al cuerpo a cuerpo contra los romanos sólo con su arma ofensiva.

El legionario romano, mientras tanto, había ya desenvainado su gladius y se parapetaba detrás del scutum: de forma rectangular, ligeramente curvado, 75 cm. de ancho por 140 de alto, dos placas de madera contrachapada forradas de lona y cuero, con refuerzos metálicos en la parte superior, central e inferior. Adoptando una formación similar a la de las falanges griegas, los romanos unían escudo contra escudo, formando un muro impenetrable en el que se estrellaban los ataques enemigos. Su brazo derecho formaba un ángulo de 90 grados empuñando el gladius: Era ridículamente fácil (y seguro) correr un momento el scutum para lanzar una rapidísima cuchillada hacia adelante en el vientre del enemigo, o golpearle en la cara por encima del escudo, o en las piernas por debajo. Eso sin contar que se podía embestir con el scutum, para inmovilizar o aturdir al enemigo. En caso que se rompiera la formación, su doble filo permitía lanzar tajos y adoptar maniobras de combate más abiertas (Tito Livio describe que cercenaba con bastante facilidad brazos, piernas y cabezas, y si lo dice Tito Livio yo me lo creo), pero su función principal era en el combate cerrado. El gladius no era una espada medieval, compendio del honor y la caballerosidad: Era una herramienta de muerte. Y los romanos la usaron tan bien que, hasta la llegada de las armas de fuego, ningún otra arma mató a más hombres que ella.

14 comentarios:

  1. Como siempre, una "delicatessen" histórica más, mi admirado maestro, una prueba más que hay manera muy interesantes y entretenidas de aprender del pasado del que procedemos, ya sea este cercano e inmediato o más lejano como los celtiberos o los romanos.
    Atentamente,

    Albert Tarrés
    AKELARREDVANCED - Otra forma de ver y vivir Aquelarre

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  2. Muy bueno como siempre, Ricard.

    Aunque he de advertirte que Tito Livio era un poquitín fantasioso a veces... cuando lees el primer libro de su magna obra, "Ab urbe condita", parece que estés leyendo una novela de fantasía del estilo de El Señor de los Anillos, y además se inventaba diálogos para darle un toque dramático a sus narraciones... vamos, que no era tan riguroso como podría serlo, por ejemplo, su colega Tácito, aunque eso sí, es mucho más entretenido de leer.

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  3. Leer a Tito Livio es una cuestión de fe...
    Y como dices, por lo menos es entretenido.
    Un abrazo Archimago.

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  4. Muy interesante la información Ricard, seguro que tendrá cabida en alguna partida del Roma de Ludotecnia

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  6. Master dixit.
    Hace algún tiempo oí un comentario de un legionario (creo que era de la Ermine Guard) que explicaba muy bien la forma de pelear de las "mulas de Mario". El enemigo se acerca dando gritos y, mientras se entretiene volteando su larga espada sobre la cabeza, yo salgo de detrás del escudo y le apuñalo las costillas.

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  7. Obviamente, que lo confirme el dueño del blog, pero creo que la mejor escena sobre lucha de las legiones que jamas he visto, refleja perfectamente lo que hemos leido en el articulo, la primera escena de la serie Roma:

    http://youtu.be/gbSa9ZvSMaQ

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  8. Coincido plenamente.
    Una para el autor. ¿No crees que el pilum podría tener su origen en el soliferrum? Creo que en la primitiva organización militar romana en tres líneas no aparecía.

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  9. CP: Evidentemente, la primera escena de la serie Roma refleja perfectamente el modo de pelear de una centuria romana... Como dato anecdótico, ¡es una escena de la Guerra de las Galias! El mismísimo Julio César menciona a Tito y Mario en una escena muy similar a la del inicio.
    Oscar: ¿Velites, Asteros y Triarios? Investigaré, a ver... Gracias por el apunte

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  10. Tan importante es para nosotros, que la mejor revista española del estudio de armamento, artes de la guerra y un extenso número de adquisiciones investigadores la lleva por título.

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  11. Ricard, habría que diferenciar que lanzaban dos pilums, el ligero y el pesado.

    Y eso que mencionais de Velites Asteros y Triaris es las Legiones A.M. (Antes de Mario) o la época republicana.

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  12. Efectivamente, la organización en tres líneas era de época republicana, cuando aún se trataba de un ejército de ciudadanos-soldados que debían pagarse ellos mismos el equipo y se consideraba más un privilegio que una obligación, muy acorde con el espíritu de la ciudad-estado griega en el que todavía vivía Roma.
    Creo que hay un libro, el Hombre Romano de Giardina, que desarrolla esa fase de la ciudad.
    Por supuesto las reformas marianas fueron una auténtica revolución tanto tácticamente como ideológicamente.
    Un saludo.

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  13. Ave Caesar morituri te salutan. Para quien no lo conozca, recomiendo la triologia de Santiago Postiguillo sobre Escipion el africano,donde entre otras cosas, te explican como se tomo Cartago Nova, por si el alma mater de este blog no se anima a contárnoslo

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  14. Gracias por esta lección, maestro!

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