Llega… Cada año llega… Constante e inmisericorde como la Muerte. Y tenemos que ser todos amigos, y tener buena voluntad, gastarnos la paga y aguantar la halitosis de la tía Eufemia, pillar una indigestión en la cena de empresa y gastarnos la paga extra en los Centros Comerciales, que no hay Crisis ni la madre que la parió.
JO, JO, JO
Si usted, caro lector, es de los que está como un poco hartito de “la fiesta más entrañable del año”, de estar feliz y contento por obligación y demás parafernalia, siga leyendo, por favor: Vamos a darle un repaso… escalpelo en mano.
La costumbre de hacer coincidir el inicio de año con la noche más larga del mismo se remonta a las primeras culturas mesopotámicas (que es casi lo mismo que decir del origen de la civilización). Pero los mesopotámicos se limitaban a hacer graves celebraciones religiosas con procesiones, rezos, sacrificios y similares. Uno se esperaba más de los que inventaron la prostitución sagrada.
Son los romanos los que, como en tantas cosas, crean la Navidad tal y como la conocemos hoy en día (bueno, más o menos, ya llegaremos). La celebración del solsticio de invierno consistía en una semana entera de fiestas, las célebres Saturnales, (aprox. del 17 al 24 de Diciembre) en las que se mezclaban conceptos que luego se desarrollaron como Navidad y Carnaval. Durante los siete días que duraba esta bulliciosa fiesta, todo andaba manga con hombro: la gente se intercambiaba regalos, ¡y hasta se daba fiesta a los esclavos domésticos! De hecho, en un día concreto los esclavos de más confianza ocupaban el lugar de sus señores, se vestían con sus ropas y les daban órdenes a sus amos, que se apresuraban a complacerlos (y no me hagan entrar en detalles, que los romanos eran muy suyos). Tras las Saturnales llegaba, el día 25, Natalis Solis Invicti, el nacimiento de Apolo, dios del sol, popularmente llamada “Brumalia”, ya que “Bruma” era el nombre que le daban al Invierno.
No es de extrañar que en el siglo IV el Papa Julio I fijara esa fecha como Nacimiento o Natalicio de Jesús. (Y ya tenemos la palabreja: Na(ti)vidad - Navidad). Es conocida la manía que tenía por aquel entonces la Iglesia de sacralizar fiestas populares y lugares de culto paganos… Historiadores y teólogos afirman que la fecha de nacimiento de Jesucristo debió ser hacia primavera… y así lo celebraban las primeras comunidades cristianas. Lo de montar el belén es cosa de San Francisco, hacia el siglo XIII, y los villancicos también son de origen medieval. Lo del árbol de Navidad es una tradición pagana (otra) importada de la zona Germana, que se pone en boga en el siglo XIX, cuando toma forma la Navidad tal y como la conocemos: A mediados de ese siglo, en 1846, se imprime en Londres la primera felicitación navideña, aunque su uso no se popularizará hasta el último tercio del siglo. No hay que asombrarse (pese a que Inglaterra, como muchos países protestantes, prohibiese oficialmente la Navidad en el siglo XVI, tres siglos más tarde, en plena revolución industrial y con el capitalismo subido a la parra, hay que buscar incentivos para el consumo. Ya se ha dicho que es la Navidad tal y como la conocemos. La Religión y la Fe tienen poco que decir ya).
Santa Claus es invento americano (y no por casualidad lleva ropa roja, como la Coca Cola). Cosa irónica ya que también en los USA, tras su independencia, estuvo proscrita la Navidad, para diferenciarse de la decadente Europa… Y sí, ya sé, el origen de Santa Claus hay que buscarlo en la leyenda de San Nicolás, en la tradición medieval del alegre espíritu de la Navidad y en un duendecillo ruso que se pasea con un lechón bajo el brazo por esos días. Remito al lector a “Papá Puerco”, la excelente novela del gran Terry Pratchett. Yo voy a volver a leerme otra vez “Cómo el Grinch robó la Navidad”, del doctor Seuss mientras trato de sobrevivir a las cenas navideñas…
¡Que tengan buenas digestiones!
Y todo eso.
Pues a mí me gustan las navidades, y en lugar de soltar una parrafada te remito a un post en mi blog justamente el año pasado por estas fechas:
ResponderEliminarhttp://entredados.blogspot.com/2009/12/odiar-la-navidad-esa-nueva-moda.html
Más que odiar la Navidad, creo que Ricard se ha propuesto analizar cómo han sido mezcladas churras con merinas (abetos, Papás Noeles, 25, belenes, tradiciones, religión, etc.) a lo largo de la historia, y el resultado final ha sido bien distinto al ¿original?
ResponderEliminarA mi también me hace cierta gracia la Navidad, pero hay que reconocer que el origen ha cambiado demasiado, y lo comercial y lo consumista se adueña de todo en estas épocas sin tener por qué.
Pronto las cenas de Navidad se consolidarán como tradición...
Aquí tenemos otro sinsentido creado por la Santa Madre y Mentirosa Iglesia. Y ahora llegan los capitalistas y, como es propio de ellos, se adueñan de la mentira para que gastemos más. Menos mal que no fructificó aquella odiosa campaña de "regalos para los niños también en verano".
ResponderEliminarY estoy totalmente de acuerdo con Ricard: ¡Por todos los dioses, tengo derecho a estar de mala leche aunque sea Navidad!
Yo estoy con Zinc: me gusta la Navidad. Esto me recuerda a lo que decía Pérez-Reverte sobre algunos libros y películas: cuando los lees o ves no te lo puedes creer todo, ya que sabes lo que hay detrás, y sabes hacer comparaciones. Pero sacas lo que tú quieras sacar y santas pascuas (y nunca mejor dicho). ¿Por eso, Ricard, este año no tenemos tu cristmas de Asia Carrera? Con la ilusión que yo tenía...
ResponderEliminarBueno, me uno al grupo al que le gustan las navidades.
ResponderEliminarQuien no quiera dejarse arrastrar por el espíritu consumista que las rodea, que no lo haga. ¿Donde pone que para pasarlo bien con la gente que aprecias has de chantajearlos con regalos?
Disfrutad de la gente que os rodea, que si estan con vosotros será por algo, dijo yo.
Feliz Navidad.
P.d.- y yo que pensaba que la Natividad era mi vecina maciza del 2º :(
A mi me gusta la Navidad, pero más aun me gusta el jamón y el pavo, ilustres invitados que solo vemos en casa por estas fechas. Si para catar sendos manjares hay que celebrar el cumpleaños de Jesús, pues bendito sea (y nunca mejor dicho tampoco).
ResponderEliminarLe deseo Buenas Digestiones a voacé también, maese Ricard.