Los aprovechados Maltrapillos y otras picardías menores.
Se
conoce con el mal nombre de Maltrapillo o con el aún peor de Golondronero
al soldado pícaro que se ha apuntado en la milicia para huir del hambre y quizá
de la justicia, al que le importa poco la honra y la patria y que lo que tiene
de bravucón no es, ni de lejos, lo que tiene de cobarde. Son los Maltrapillos
los primeros en desertar si las cosas vienen mal dadas, los primeros en
amotinarse si no se cobra la paga puntualmente y los primeros en arramblar con
lo que se pueda de valor, sea en un campamento enemigo o registrando los
cuerpos de los caídos en la batalla, sin importar que sean propios o extraños.
En la batalla no buscan la victoria, sino evitar que no les hieran, para lo
cual, aprovechando la confusión, suelen escabullirse en algún escondrijo del
que no salen hasta que todo ha terminado.
Aparte
de cometer todo tipo de desordenes y tropelías cuando están en la milicia, les
dura el embuste cuando están fuera de ella, que entonces se hacen pasar por
soldados veteranos, tullidos o baldados, o por cautivos que cargan con las
cadenas que les pusieron en la morería diciendo que van en peregrinación,
pidiendo así limosna. Si saben de las señas de algún soldado compañero, no
dudan en presentarse en su casa, sea para dar noticias verdaderas o falsas a la
familia sobre su compañero o (si éste anda también licenciado) para vivir a su
costa hasta que los eche.
Muchas
son las tretas de los pícaros holgazanes, que harto trabajoso sería mentarlas
todas. No hemos de citar pues, sino muy brevemente, a los criados que sisan, a
los que venden joyitas u otros objetos a forasteros, arguyendo grande
necesidad, y luego acusan a éstos de haberles robado, dando tantos detalles de
los objetos en cuestión que la justicia, al descubrirlos entre las pertenencias
del acusado, no puede por menos de creerles. También están los que se apostan a
las puertas de las grandes ciudades, y simulando ser justicias, esquilman a los
necios y a los rústicos recién llegados, diciendo que han de pagar ésta o
aquella multa, por una infracción imaginaria, y les meten miedo en el cuerpo,
de manera que el pobre desgraciado les da cuanto le piden a cambio de no verse
en la cárcel de la villa o aún engrilletado ante la Santa Inquisición. Por
último, aunque de no menor delito, citaremos a los monederos falsos, los que
fabrican moneda falsa y la hacen pasar por buena, o sus hermanos menores, los
Cambiadores, que engañan a sus víctimas (a menudo extranjeros) cambiándoles sus
monedas por otras del país de menor valor…
Que ya lo dicen los sabios, entre rijos y veras, pero
nunca está de más que las palabras sabias se repitan cuantas veces se pueda:
Con arte y engaño
Se vive medio
año
Con ingenio y
con arte
Se vive la
otra parte
Gran trilogía sobre los Pícaros.
ResponderEliminarComo ya es costumbre, me ha servido para aprender algunos detalles que desconocía sobre estos personajes que tan útiles serán en mi campaña.
A parte de aprender, a buen seguro que provocarán más de una situación digna de ser mencionada con algunas cervecitas alrededor de una mesa cuando recordemos las partidas de rol jugadas.
Un saludo