John Dillinger: El enemigo público número 1

Cuando en 1923 John Dillinger entra en un correccional, ya tiene a sus espaldas un pasado poco menos que “curioso”. Hijo de una familia de comerciantes cuáqueros (por lo tanto, pacifistas), ingresó en un seminario a los 13 años, donde destacó mucho más en los deportes que en los estudios. A los 18 años se fuga con una estudiante de largas piernas y billetera repleta, con la que vive una temporada. Cuando la relación termina se alista en la Marina, pero su carácter inestable y rebelde pronto lo hace desertar. En 1924, cuando apenas tiene 20 años, se entrega a la policía. En un robo ha disparado y casi matado a un hombre, y se siente arrepentido. Lo condenan a diez años.

Durante su estancia entre rejas, primero en el correccional y luego en la prisión del estado, pasa un total de dos años en el calabozo de castigo por sus continuos intentos de fuga, intenta desvalijar la caja fuerte de la penitenciería y se hace con un montón de contactos. Por fin, en 1931, sale con libertad bajo palabra. En su pueblo de Morecille, John jura sobre la Biblia y ante los suyos que jamás volverá a delinquir.

Los buenos propósitos no le duran mucho. En 1933 asalta una fábrica del pueblo y roba 12.000 dólares de la nómina. Sólo tres días más tarde asalta en solitario un banco de Louisville... Y es que necesita dinero para poner en marcha su plan: reclutar una banda de diez expertos pistoleros, y adquirir armas, dinamita y los mejores coches. Una vez conseguido esto, Dillinger dice a los periódicos: “Declaro la guerra a la policía y a todos los bancos de América”. Su campo de acción abarca Illinois, Ohio, Wisconsin, Michigan, Minesota. Su método de trabajo consiste en dividir a la gente entres grupos: uno amenaza al cajero y a los clientes, otro coge los billetes y el tercero vigila desde la calle. Todos llevan ametralladoras y pistolas. En caso de tiroteo, suelen escudarse con rehenes. En 1934 asalta, junto con miembros de la antigua banda de Al Capone, el First National Bank, en Chicago. Tras esta hazaña, sin embargo, es detenido junto a sus dos lugartenientes, Pierpont y Mackley.

Es encerrado en la prisión de Crow-Point, en lake Country, Indiana. Es un preso modelo, que visita a diario al pastor protestante... y que se fuga poco después. Son mobilizados más de 20.000 hombres y 62 aeroplanos, pero es inutil. Dillinguer, simplemente desaparece.

Forma una nueva banda con tres mujeres: Marion Marr, Ann Southern y Rosa Anchar. Juntos asaltan varios bancos hasta que son cercados por la policía en la posada “Little Bohème”, en Illinois. La batalla dura toda la noche, pero Dillinguer consigue escapar. Se esconde en Chicago, bajo el nombre de Lawrence, junto a su nueva amante Polly Hamilton. El 23 de Julio de 1934, al salir del cine Biograph es acribillado por la policía: ha sido denunciado por Rita Keele, una antigua amante despechada. Dillinguer recibe más de veinte impactos de bala antes de que pueda siquiera reaccionar. Aún se retuerce cuando un teniente de policía lo remata en el suelo de un tiro en la cabeza. Hartos de él, la consigna de las autoridades era cogerlo muerto, no vivo...

Muchos curiosos empaparon sus pañuelos en el charco de sangre que dejó en el suelo, como recuerdo. Y es que Dillinger es un héroe popular. En la América de la Recesión, cuando los bancos quiebran llevándose los ahorros de la clase trabajadora y son comprados por otros bancos que “compran” también las hipotecas y las deudas de la gente, para embargarles sus casas y sus tierras, en un país empobrecido por la especulación, muchos ven a Dillinguer como un moderno Robin Hood. Un “indignado” (como lo llamaríamos hoy en día) que se atreve a hacer lo que muchos desearían: Robar un banco a punta de pistola. (Y es que, al fin y al cabo, con una pistola se roba un banco, pero un banco roba, sin pistola, muchísimo más…)