Siguiendo con el rastro de Gérard de Villiers, custodio del tesoro de los templarios, el siguiente lugar de nuestra búsqueda es la ciudad de Toledo. Las huellas de la orden están en toda la ciudad medieval, si uno sabe donde buscar. Siguiendo las indicaciones del profesor Luis Rodríguez Bausá (autor entre otros de los libros “Templarios de Toledo” y “Toledo Insólito”) podemos trazar una ruta en el mapa con los rastros de la misteriosa orden que han llegado a nuestros días:
Para empezar, las extrañas marcas al lado de la Puerta Llana de la catedral (según la versión oficial, de canteros, aunque son muy elaboradas para ser simples “firmas” de los que habían tallado la piedra). Rodríguez Bausá) supone que son signos templarios. Una firma o graffiti, si lo prefieren. Esto enlaza con la afirmación de otros estudiosos como Juan García Atienza y Rafael Alarcón Herrera que aseguran que fueron los templarios quienes financiaron la construcción de la catedral, iniciada tras la victoria cristiana en las Navas de Tolosa.
Siguiendo con la catedral en el exterior del ábside se encuentra la hornacina con la Virgen del Tiro, una virgen negra que según la tradición antes se veneraba en la iglesia de San Miguel el alto, la iglesia templaria de la ciudad. Enseguida llegamos a ella.
Llegamos al barrio de San Miguel. En la Plaza del Seco se encuentra la Casa del Temple, un albergue para peregrinos y miembros de la orden de paso, hoy convertido en restaurante. Conviene entretenerse paseando por las callejuelas del barrio, ya que fue, siempre según la tradición, el barrio templario por excelencia de Toledo.
Así llegamos a la iglesia (antes mezquita, aún conserva su torre mudéjar) de San Miguel el Alto (de ahí salió la Virgen del Tiro ¿recuerdan?). No hay que buscar mucho para encontrar el escudo del Temple en uno de los capiteles góticos y, (si les dejan subir) lo encontrarán también grabado en una de las campanas. Además, esta iglesia era el lugar de enterramiento tradicional de los templarios toledanos. En el claustro aún se puede ver el gran "Cuadrado Mágico" del patio, compuesto por losas negras, en todo semejante al existente en San Pedro de Arlanza (Burgos), que una leyenda dice fue colocado allí por un sabio del monasterio templario de Alveinte, donde hubo otro igual, para robar su ciencia al Diablo. Busquen, a ver si la encuentran, la lauda funeraria del claustro, de 1194, perteneciente al judío Zabalab quien, tras bautizarse, llegó a ser presbítero de la iglesia templaría.
Con todo, lo que más choca es la pila bautismal del siglo XIII, de los caballeros templarios: Tiene forma de copa, es de piedra negra pulida y su borde muestra una inscripción cabalística con la cruz del Temple. Muchos dicen que es una representación, a escala, del auténtico Grial.
Pero si vamos en busca de tesoros ocultos... habrá que bajar al subsuelo. En todo el barrio de San Miguel se han encontrado cuevas y túneles ocultos. Algunos, si se pide permiso, pueden ser visitados: las “cuevas de San Miguel” y “la cueva de los Candiles”, entre otros. Pero es que según la leyenda buena parte del barrio estaba horadado, permitiendo a los miembros de la orden acudir a sus oficios secretos en la iglesia de San Miguel sin tener que pisar la calle. Uno de estos túneles conducía hasta el castillo de San Servando (hoy albergue juvenil), fortificación templaria que protegía el puente de Alcántara. Es decir, el acceso a la ciudad. Tras la detención de los miembros de la orden, muchos de esos túneles y cámaras fueron cegados por los propios templarios.
Si están pensando que es un buen lugar para empezar a excavar... buena idea, pero otros ya la han tenido antes: El más famoso, el arzobispo de Toledo, Pedro Tenorio, que en 1375, nada más acceder al cargo, mandó registrar los subterráneos existentes bajo la iglesia y la Casa del Temple, e incluso vaciar algunos túneles que encontró cegados. No encontró la mítica Mesa de Salomón, ni el Arca de la Alianza, ni el Santo Grial... pero sí encontró un tesoro: Una cámara secreta con una gran cruz de oro y piedras preciosas y a su alrededor, como defendiéndola, un grupo de cadáveres de caballeros templarios, milagrosamente momificados... O eso dice la tradición. Loa aguafiestas señalan que la cruz era románica, de piedra y de doble brazo, y que los cadáveres de los templarios no es que estuvieran defendiéndola... sino que habían sido enterrados allí. ¿Y la momificación? Un proceso natural debido a la sequedad de la roca.
Si desean saber más sobre el tema de Toledo y los templarios, y de una fuente más docta sobre el tema que la mía, les recomiendo que se pasen por el Monasterio Imperial de San Clemente. Allí hay una exposición permanente sobre los templarios en la ciudad, y se pueden comprar billetes para una excursión nocturna por los rincones templarios de Toledo que no les dejará indiferentes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario