La noticia empezó a extenderse en junio del 2020 en México y Colombia, y al poco saltó a España:
Los termómetros infrarrojos (coloquialmente “las pistolas de infrarrojos”) causan daños irreversibles en el cerebro, ya que emiten una radiación similar a la de los rayos X con la que matan las neuronas, provocando a corto plazo problemas en el sistema nervioso y a la larga pueden llegar a desencadenar la aparición de un tumor cerebral, demencia e incluso la muerte.
Recordemos que estos termómetros se han vuelto populares recientemente debido a su uso durante la pandemia de COVID por parte de los profesionales de la salud, así como en aeropuertos, estaciones de tren de largo recorrido y en ciertas zonas comerciales (esta práctica más extendida en América Latina que en España).
El origen de esta afirmación se encuentra en un vídeo de Youtube en el que un tal “doctor José Mena” advierte sobre ese peligro, afirmando además que las autoridades sanitarias lo saben, pero están sobornados por los grandes lobbys farmacéuticos, ya que así “venderán más medicamentos”
(puedes ver el vídeo completo aquí)
¿Y quién es ese tal doctor José Mena? Si buscan en Youtube encontrarán un médico con el mismo nombre que habla sobre las propiedades terapéuticas del aceite de cannabis, pero al parecer solo comparten el nombre.
José Mena Abud es un profesional médico. Hasta aquí, correcto. Está colegiado en México desde 1977… como dentista, que es una profesión tan honorable como cualquier otra. La cosa chirría un poco más cuando profundizas y encuentras referencias suyas (tiene un perfil público de Facebook que puedes ver aquí) en el que afirma que puede sanar MENTE, CUERPO Y ALMA a través de la boca con una terapia que llama “Bio Cibernética Bucal”. Realiza visitas médicas en su consulta de Mérida (capital de la provincia de Yucatán), pero también hace visitas online (que para un dentista no deja de ser una auténtica proeza, pienso yo). Seguramente lo entendí mal, pero a mí esta afirmación me suena a que hacerte un empaste con él equivale, además, a una visita al psicólogo y la absolución de todos tus pecados por parte de un cura…
Sobre sus afirmaciones, fueron inmediatamente desmentidas por los profesionales de la salud: Los termómetros de infrarrojos son RECEPTORES, no EMISORES. Miden el calor que desprende el paciente, y (repito) NO sueltan nada, salvo como mucho la lucecita roja para apuntar mejor (y no está en todos los modelos). Son la manera más higiénica (pues no hay ningún contacto directo con el paciente) y rápida para saber si éste está a 37 grados o más de temperatura (no, no detectan si tienes COVID, eso solo se consigue con una prueba de PCR). Recordemos que fiebre, junto con tos seca y cansancio, son los síntomas más habituales del COVID
Y esto no lo digo yo, lo dice, entre otros, la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés). Así que, miren, yo le doy un poco más de credibilidad que a un tipo que dice que puede “sanar mi alma” mientras me hace una endodoncia.
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