La primera noticia que tenemos de ella procede de Herodoto,
en el siglo V A.C… Pero ya se sabe que era un crédulo y le tomaban el pelo cada
dos por tres. Y un poco mojigato, además…
Sea como fuere, y tal y cómo nos lo cuenta él mismo en su en su “Historia”, Libro I, cap. 99: (según la edición de
la editorial Gredos de finales de los 80, que es la que tengo más a mano)
"La costumbre más
infame que hay entre los babilonios es la de que toda mujer natural del país se
prostituya una vez en la vida con algún forastero, estando sentada en el templo
de Venus. (...) van pasando los forasteros y escogen la que les agrada. Después
que una mujer se ha sentado allí no vuelve a su casa hasta tanto que alguno le
eche dinero en el regazo, y sacándola del templo satisfaga el objeto de su
venida. Al echarla el dinero debe decirla: 'Invoco en favor tuyo a la diosa
Militta', que este es el nombre que dan a Venus los asirios”.
Y claro, se nos escandalizó…
A nosotros, a estas alturas, no debería, que no deja de ser
una evolución lógica de los ritos de fertilidad que, como ya vimos antes, eran
moneda corriente en el mediterráneo oriental (y en las ciudades de Fenicia en
concreto)
Y luego Herodoto confunde churras con merinas y añade que en
los templos moran sacerdotisas al servicio de la diosa, que realizan actos de
fornicación en honor de ella, ¡y
cobrando por ello! (dinerito que va a parar a las arcas del templo, por
cierto). Y añade el muy meapilas que son muy decentes a su manera, que hacen el
coito normalito, sin desviaciones ni guarradas, y que cuando salen del templo a
airearse son muy respetadas y gozan de mucho prestigio tanto entre las clases
altas como las bajas...
Y ya tenemos montado el mito de la prostitución sagrada.
Y luego tuvieron que venir Jeremy Black y ,Anthony Green, con su excelente “Gods, Demons and Symbols of Ancient Mesopotamia” (Texas Press 1992) para
enmendarle la plana al
pobre Herodoto... con solo 2500 años de retraso. Nadie es perfecto.
Pues al parecer todo se debe a un error de traducción:
Las mal llamadas “prostitutas” recibían el nombre de “amtu” (sierva) o
de “naditu” (literalmente, “sin cultivar” en lengua acadia). Eran mujeres
consagradas al servicio de la divinidad (es decir, sacerdotisas). Las primeras
solían residir en las dependencias del templo, las segundas podían casarse,
pero con condiciones: No podían darle hijos a su marido. Éste, o recurría a los
servicios de una concubina, o usaba el método anticonceptivo favorito de estas
tierras: El coito anal.
¿Y cómo es que estas
sacerdotisas, antecesoras con algunas variables de las vírgenes vestales y
nuestras monjitas de hoy en día, acabaron siendo consideradas putas? Pues el
malentendido se debe a una práctica reliiosa bastante divertida que realizaban
las naditu: La “hierós gámos”
("boda sagrada"): En la fiesta del Año Nuevo, el rey sumerio,
representando al dios Dumuzi, mantenía relaciones sexuales (algunos dicen que
escenificaba, supongo que dependería de la potencia viril del rey, de lo joven
y guapa que fuera la moza y del humor
con el que andara ese día) con una sacerdotisa (naditu) que representaba a la
diosa lunar Inanna (Ishtar), simbolizando el enlace divino que permitiría la
resurrección anual de la vida y la primavera. Nada muy diferente a los ritos de
fertilidad que vimos en la entrada anterior. La ceremonia se hacía la parte más
sagrada del templo, por las representaciones que nos han llegado a nuestros
días, y posiblemente encima del altar (eso
sí que eran misas divertidas). Recomiendo que le echen una ojeada a los
bajorrelieves del templo de Assur, si tienen curiosidad...
¿No hubo prostitutas en
Babilonia? Pues claro que las hubo. Para aburrir.
Para empezar (y supongo que esto
ayudaría al pobre Herodoto a confundirse): Una familia que tuviera deudas podía
saldarlas entregando a una de sus hijas al servicio del templo. A esta práctica
se la llamaba Tidennutu (literalmente, "esclavitud por deudas") Estas
mujeres ejercían de prostitutas, en beneficio del templo, que ejercía de
proxeneta. Pero no está probado que ejercieran en el templo mismo, y aunque
gozaban de la protección del clero (es decir, de los dioses), mal se las puede
llamar “sagradas”´. Oigan, que no lo digo yo, que es la tesis de Gernot
Wilhelm, que es un tipo serio...
¿Y prostitutas sin vinculación
con los templos? Pues las hubo, claro. Ofrecían sus servicios en la calle, con
el rostro descubierto (lo que escandalizó a los pacatos de los hebreos, que ya
vimos que sus prostitutas iban con el rostro tapado). Recibían el nombre de
“harimtu”, y ejercían su oficio en unos barrios concretos (curioso antecedente
de los “barrios rojos” que tan modernos nos parecen en algunas ciudades de hoy
en día):
“ No te cases con una
“harimtu”, cuyos maridos son muchos (…) En la desgracia, ella no te ayudará. En
la adversidad, se burlará de ti. Pues
ella ignora el respeto y la sumisión“
(proverbio sumerio extraído de “Babylonian Wisdow literature”, de
Wilfred. G. Lambert, disculpen la mala traducción, que es mía)
Próxima entrega: La prostitución
griega o el invento del burdel.
¿Dónde dejas a los Calebitas? ¿Ein? XP
ResponderEliminarQue bueno Sr. Ibáñez. Espero con ansia el siguiente capitulo. No deja de ser interesante, instructivo y socarrón!
ResponderEliminarMuy bueno la verdad, y eso que no es mi lectura preferida a las 8 de la mañana (que no ando yo para pensar mucho a estas horas) pero me lo he leído enterito...
ResponderEliminarUn saludo.
Muy buena entrada. :)
ResponderEliminarPor cierto, yo también tengo el "Gods and Symbols of...", un gran libro.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarInteresante e instructivo, como siempre.
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