Según la tradición fue en vida un cananeo llamado Reprobus
(según otros, Offerus), un gigante de más de dos metros de altura (cinco codos,
dos metros treinta centímetros exactamente). No se me asombren por la altura,
que el filisteo Goliat era aún más alto, seis codos y un palmo (2´90 metros,
poca broma). Con menos datos los del canal Historia montan una serie sobre
gigantes alienígenas... Mmmm (Señores del canal, pónganse en contacto conmigo
como asesor, soy barato, guiño-guiño, codazo-codazo)
Bueno, a lo que íbamos. Reprobus (u Offerus, que tanto monta)
quiso poner su enorme fuerza al servicio del rey más poderoso de la tierra. Al
principio, el de su patria, Canaán. Pero al saber que le tenía miedo al Diablo
pensó que éste sería un amo más poderoso, y se puso a servir a un brujo
adorador del Maligno. El brujo cometió la indiscreción de confesarle que nada
podía hacer contra Cristo y sus seguidores, así que el voluble gigante mudó de
nuevo de lealtades y se acercó a un santo ermitaño, a que le instruyera sobre
cómo servir a ese Cristo que era tan poderoso incluso después de muerto. El
ermitaño le habló de ayuno y oración, pero al gigantón eso no le iba, así que
le propuso servir a los demás de manera altruista. Sin duda eso agradaría al
Hijo de Dios. Así que el futuro san Cristóbal se dedicó a ayudar a la gente a cruzar
un peligroso río, tan profundo y de aguas tan turbulentas que muchos de los que
lo intentaban morían ahogados. Un día
cruzó a un niño de pocos años, y le pareció la carga más pesada de todas, tanto
que pese a su enorme fuerza tuvo que ayudarse desgajando un árbol y usándolo
como cayado. Pues el niño no era otro que Cristo, y era tan pesado porque con
él cargaba con todo el peso del mundo, ya que como Dios lo había creado... No
me digan que no han oído la historia, pues es la parte más conocida de la leyenda
del santo. El gigante se cambió el nombre a Cristóbal (en griego, "Christóforos" portador de Cristo),
fue bautizado como tal en Antioquía y se puso a predicar por Licia (en Asia Menor, actualmente la región corresponde
a las provincias turcas de Antalya y Muğla). Esto no le hizo ninguna gracia al
rey local, un tal Dagón, temeroso de enemistarse con la poderosa Roma y su
política anti cristiana. Al principio trató de reconvertir al gigante
llevándolo por el mal camino, y para ello hizo que le llevaran a dos rameras
bellísimas y muy expertas en esto de darle gustito al cuerpo, Niceta y Aquilina
que se llamaban. Pero el santurrón de Cristóbal no sólo no quiso saber nada de
ellas a ese nivel, sino que las convirtió al cristianismo, al igual que estaba
haciendo con buena parte de la población. Así que al rey Dagón no le quedo otra
que cortar por lo sano y mandar cortarle la cabeza al gigantón (después de que
cuatrocientos soldados le dispararan flechas sin matarle, menos broma) el 25 de
julio (según los católicos, los ortodoxos dicen que no, que fue el 9 de mayo, y
los mozárabes decían que ni unos ni otros, que el 10 de julio).
Históricamente se supone que vivió a mediados del siglo III
o inicios del IV. La culpa la tiene una primitiva referencia que indica
"que fue martirizado en tiempos del emperador Decian", con lo cual
los candidatos son dos: Decio (Decius) que gobernó Roma entre 249 y 251 y
Daciano (Dacianus) que lo hizo entre 308
y 313. Historiadores más o menos serios apuntan a que en realidad se trata de
un santo de rigurosa historicidad, Menas de Alejandría, que fue martirizado el 11 de noviembre del 309. Parte de
sus seguidores le conocían como "el Christóforos", ya que les traía a Cristo
(bueno, más bien su palabra) ¿Y lo de
cruzar el río con el Niño Jesús y tal y pascual? Bueno, como cuento es bonito,
pero no muy original: En el mito del vellocino de oro el argonauta Jasón lleva
a una anciana a través de un río tumultuoso. La anciana pesa bastante más de lo
que debería ya que no es otra que la diosa Hera. Al revelar su verdadera
identidad el héroe se pone al servicio de la diosa, evidentemente.
El culto a Cristóbal se inició en Oriente, no llegando a
Europa occidental hasta la Baja Edad Media, y de hecho no entra en el santoral
romano hasta 1550, pese a que su leyenda era de sobras conocida. Ese fue el
motivo que señaló el Vaticano para
apearlo del santoral en 1970: se argumentó que la tradición del santo no era
romana y que se había implantado de manera parcial (dejando así huérfanos de
santo a los Cristóbales de este mundo, que son unos cuantos)
Es fácil reconocerlo en las representaciones iconográficas,
ya que casi siempre es representado llevando un niño sobre el hombro, que es,
evidentemente, el niño Jesús. En las escasas imágenes en las que no está por la
faena, fíjense si la figura lleva una rueda de molino así, como si tal cosa, o
el tronco de una palmera a modo de cayado. También (aunque ya es muy rarísimo)
puede aparecer con la palma del martirio, pues mártir es. Hay tradición de representarlo
en las iglesias cerca de la puerta lateral derecha. Lo apunta el bueno de Juan
Eslava Galán y si el viejo profesor lo dice yo me lo creo.
Como protector que es de transportistas y viajeros en
general (otro patronazgo que comparte con san Menas, que lo es en la tradición
copta) es costumbre, o al menos lo fue muchos años, llevar una medallita del
santo en el coche. Y en muchos lugares se bendice el coche (y, de hecho, todo
vehículo con ruedas) el día de la festividad del santo. En mi ciudad, Barcelona,
se hace antes, el 10 de julio, debido a la leyenda de que ese día el santo
llega en barca y sube todas las Ramblas antes de desaparecer a la altura de la
plaza Catalunya, con el niño Jesús a los hombros, evidentemente... Si tienen
curiosidad, la ceremonia de bendición se realiza en la capilla de la calle
Regomir, desde las 10 de la mañana hasta las 19.00. La tradición procede del
año 1907, y es todo un espectáculo por la presencia de coches de época.
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