En esta serie he tratado de ser
riguroso, tanto con la tradición eclesiástica como con la versión
histórica de las vidas de los diferentes mártires. En esta última,
permítanme que me aparte un poco del dogma, y adopte una perspectiva
más "ludus iocandi".
Todos hemos oído hablar del famoso
“coño de la Bernarda”, en sus acepciones “Esto parece el coño
de la Bernarda” o “Esto es como el coño de la Bernarda”. ¿Pero
quién fue la famosa Bernarda?
Dicen unos que fue una prostituta
sevillana, tan solicitada que su vagina no conoció descanso y sus
piernas sólo volvieron a cerrarse ya en el ataúd, una vez difunta.
Otros precisan más y dicen que la tal Bernarda fue prostituta que
ejerció en Alhucemas, hacia el final de la Guerra del Rif. Las
tropas españolas desembarcaron en septiembre de 1925, pero no
recibieron orden de avanzar hacia el interior de Marruecos hasta
primavera de 1926, entreteniendo la espera con numerosas prostitutas
entre las que destacó por su buen hacer la famosa Bernarda.
Sin embargo, corre desde finales del
siglo XVIII otra tradición que sitúa a la tal Bernarda en un
contexto completamente diferente, no ya como prostituta pecadora sino
como santera beata y digna de entrar en el santoral. Esta tradición
es la que recogió Manuel Talens en su novela “La parábola de
Carmen la Reina” (publicada en 1992).
Según esta tradición, la tal Bernarda
ejercía como santera en el pueblo de Artefa (¿quizá Artafe, en las
Alpujarras? Aunque otras leyendas relacionadas dicen que estaba el
pueblo por Ciudad Real, cerca de Sierra Morena). Unos dicen que se
dedicaba sólo a sanar animales, otros que también lo hacía con
personas. Sea como fuera, sus curaciones eran muy milagrosas. Pues
era, claro, muy religiosa, pese a ser hija de moriscos, algunos dicen
que hija natural ¡del rey musulmán Abén Humeya! Que ni en las
fechas se ponen de acuerdo las diferentes leyendas, que mientras unos
dicen que vivió por el siglo XV, otros la sitúan cien años más
tarde, en el XVI.
La santidad le venía a la buena mujer,
pásmese, nada menos que de su reverendísimo coño, que según unos
metió en él la mano entera san Isidro Labrador (la versión del
siglo XV) y según otros el arcángel San Gabriel (la versión del
siglo XVI). Y parte de la sanación que tan milagrosamente ejercía
consistía en tocarle el santo coño, suponemos que con el dedo, o la
mano, que la tradición no lo especifica... Y claro está, a su
muerte quedó incorrupto (el coño), y las buenas gentes de Artefa lo
metieron en relicario de oro y enviaron mandado al Arzobispo de
Granada para que se iniciasen los trámites con Roma, para que la
hiciera santa. Pero volvieron los emisarios con la siguiente
respuesta:
“Dicen los senyores teologos e
dominicos desta Ecclesia de GRANADA que nunca oyóse en toda la
christiandad, que el Senyor Papa gobierna, y Christo benedice, que
nada bueno saliera del coño de una muller, a no ser el Senyor mesmo
IesuChristo, de su Sancta Madre, con todo Virgen, e que por eso la
devoçión popular del coño de la BERNARDA era cosa perniçiosa que
devía ser desterrada, so pena de mandar la Inquisición a façer las
pesquisas oportunas”
Y ante tal cerrazón y con el lógico
miedo a las pesquisas de la Santa Inquisición resolvió el cura del
pueblo esconder la reliquia, a espera de tiempos más propicios para
su veneración. Y ahí sigue.
Y es más, la relación de todos los hechos de la beata (y su coño) quedó escrita para la posteridad en la obrilla “Relación de las cosas verdaderas que acotescieron en Las Alpuxarras en lo que se refiere á una piadosa muller llamada la Bernarda, y al coño della, que fizo grandes milagros para la gloria eterna de Dios nuestro Senyor y de la Sancta Madre Ecclesia, escrita por el Licenciado Higinio Torregrosa, Cura Propio de la Ecclesia del Sancto Christo del Zapato desta ciudád de Artefa”
Y queden ustedes con Dios... que al
igual yo me he quedado con ustedes.
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