Según la tradición, San Expedito era a finales del siglo III un tribuno de la XII legión romana (apodada "Fulminata") por aquel
entonces acuartelada en Melitene, Capadocia (hoy Malatya, Turquía). Su misión
consistía en defender la frontera oriental contra los ataques de los hunos.
Muchos de los soldados que servían allí eran cristianos, y el tribuno Expedito,
que llevaba una vida disipada, sintió interés por sus creencias pero se cuestionaba convertirse o no. Cuando finalmente se decidió
(según algunos tras una batalla especialmente sangrienta) el Diablo le envió
para disuadirle a un cuervo, que se le puso a revolotear alrededor graznando
"Cras, Cras, Cras" (que en latín quiere decir "Mañana",
"Mañana", "Mañana"). Pues el Diablo sabía que si Expedito
volvía a los cuarteles, podría tentarlo con el vino y las furcias, y quizá se
le pasara tanta tontería santurrona. Pero Expedito contestó: "Hodie,
Hodie, Hodie" (Hoy, Hoy, Hoy) y aplastó al cuervo con el pie izquierdo.
El emperador Diocleciano consideró su conversión como una
traición y una afrenta personal (entre otras cosas porque los funcionarios de
alto rango tenían que rendirle pleitesía como si de un dios se tratara).
Tampoco ayudó que Expedito predicara el cristianismo entre sus tropas y entre
los nativos de la zona y que protegiera a los cristianos perseguidos haciendo
uso de su cargo. Fue flagelado hasta que la sangre manó de su cuerpo como si
fuera un manantial y luego decapitado, como correspondía a un ciudadano
romano. Esto sucedió un 19 de abril.
Históricamente, san Expedito llega a la devoción popular
bastante tarde. No es hasta 1781 en que aparece por primera vez en un
martirologio italiano. Posteriormente fue proclamado patrono secundario de Achiriali,
un pueblo de Sicilia, así como protector de comerciantes y navegantes.
Por su parte el escritor L. Sheppard, en su delicioso libro
"The saints who never were" (Los
santos que nunca existieron), publicado en Dayton, Estados Unidos por la
editorial Pflaum Press Ginger Book en 1969, (por si tienen interés). nos da una
explicación un tanto "particular" sobre el origen del santo. Según
él, en unas obras en la plaza de Denfert-Rochereau., en París, se descubrieron
unas catacumbas cristianas con unos huesos sin identificar, que fueron llevados
por correo a un convento de monjas cercano. Las monjas, al ver la palabra
"Spedito" (correo expreso) lo asociaron a un mártir romano de
Metilene llamado Expeditus (genitivo Expediti), del que no se sabían más datos
salvo que sufrió martirio junto a
Hermágoras, Cayo, Aristónico, Rufo y Gálata. Cito el martirologio
romano tradicional:
"Melitinae, in Armenia,7 sanctorum Martyrum Hermogenis,
Caji, Expediti, Aristonici, Rufi et Galatae, qüi omnes una díe sunt coronati."
La historia tiene su gracia, pero cuando investigando un
poco más nos encontramos con que otro
autor anterior a Sheppard ya narró prácticamente la misma anécdota, empezamos a
dudar de las fuentes. Christian Morgenstern (renombrado poeta y escritor judeo
alemán, fallecido en 1914) sitúa los
hechos en la Isla Reunión (donde, por cierto, hay un fuerte culto a san
Expedito) donde según él un colectivo de monjas esperaban una respuesta del
Vaticano, sobre su petición acerca de la entrega de unas reliquias que hagan
fortalecer la fe de su comunidad. Lo que les llegó fue una caja de huesos
anónimos con las palabras "In Spedito" rotuladas. Y como San Expedito
se quedó.
Sea como fuere no fue un santo muy del agrado de la Iglesia,
que ya en una fecha tan temprana como 1906
el Papa san Pio X lo hizo retirar de la lista de mártires cristianos,
argumentando serias dudas sobre su verosimilitud. No se salvó en la revisión de
1969 ni en la del año 2001 (todo y que en el Nuevo Martirologio Romano se
incluyeron más de 30 santos que se habían caído en años anteriores).
Aunque abandonado por la Iglesia oficial, la devoción
popular a este santo no ha menguado. Se le considera patrón de las causas
urgentes; abogado de las causas imposibles (junto a con santa Rita y san Judas
Tadeo; protector de los militares, los estudiantes, los jóvenes y los viajeros,
así como patrono de las causas legales demasiado prolongadas. En mi ciudad,
Barcelona, hay una imagen de San Expedito en la iglesia de sant Jaume a la que
se le tiene especial devoción. La costumbre es hacer peticiones al santo
escribiéndolas en papeles que antes se prendían de los barrotes de la capilla, pero ya hay tantas que se ha decidido poner un cajón
de plástico donde echarlas. Estas peticiones son quemadas cada cierto tiempo
durante la eucaristía.
Se le suele confundir con San Valentín, ya que los dos
visten como los legionarios romanos que en su día fueron. Para diferenciar uno
del otro no hay que fijarse tanto en la palma de martirio que sostiene en la
mano izquierda como en la cruz que lleva en la derecha, en la que se puede leer
la palabra "hodie" (hoy). Muchas veces pisa con el pie un cuervo
negro.
Por cierto, los "Huesos de San Expedito" son unos
dulces sevillanos que tradicionalmente se consumen en Semana Santa. Tienen
forma de dedo y poco o nada tienen que ver con el santo o su leyenda, ¡pero
están buenísimos!
Próxima entrega: San Cucufato, el buscador.
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