miércoles, 8 de junio de 2011

Las divertidas costumbres sucesorias de los visigodos


A finales de Septiembre del 409 después de Cristo tres pueblos bárbaros (suevos, alanos y vándalos) cruzan los Pirineos y “arrasan Hispania” (según cuenta el historiador tardio-romano Hidacio). Lo del intercomillado representa las serias dudas de este cronista de ustedes, que se pregunta cómo 200.000 bárbaros (contando mujeres y niños, lo que reduce la cifra a unos 56.000 combatientes) pudo llevarse por delante a los cinco o seis millones de habitantes que contaba la península por aquel entonces... Quizá los hispanos encontrasen que los “barbaros” eran bastante más civilizados que las tropas de origen germano del césar usurpador Constante, que se habían paseado por ahí hacia el 400... Sea como fuere, Roma se propuso recuperar Hispania, y para ello recurrió a un bárbaro de confianza: Walia, el rey de los visigodos, que entró bajo estandartes imperiales en la península en el 416. Cincuenta años más tarde (466) los Suevos estaban arrinconados en lo que hoy es Galicia, los Alanos habían sido exterminados, los Vándalos empujados al norte de Africa... y Eurico, el rey de los visigodos, se había instalado en la península y la gobernaba como suya... y lo cierto es que lo era.

Como otros pueblos germánicos, los visigodos tenían una monarquía no exactamente hereditaria: El hijo del rey tenía ciertos derechos al trono, pero tenía que ser elegido por aclamación por los nobles principales del reino, los llamados “dux”, que podían perfectamente aclamar a otro que a su juicio tuviera mejores dones para gobernar. También quedaban excluidos del trono los clérigos, fueran del rango que fueran (en concreto, “los que hubieran sufrido tonsura y vestido hábito”) y los que padecieran mutilaciones o defectos físicos, por ejemplo, ser ciegos. Medidas que en su día fueron dictadas con gran prudencia, destinadas a evitar que reinaran hijos incapaces, o discapacitados físicos, o sacerdotes más preocupados por el mundo espiritual que por los problemas terrenales.

Hasta aquí, cojonudo (con perdón)

Pero los revienta-partidas que le dan la vuelta a las reglas ya existían en esa época, y eso que aún no se había inventado el rol...

Así, tener como padre a un monarca tan capaz Recesvinto no sirvió de mucho a su hijo Teodofredo, pues los nobles preferían a otros dos candidatos: Wamba y Ervigio. Finalmente ganó el primero, pero el segundo, que debía tenerle en el fondo cierta simpatía, mandó drogarle y mientras estaba dormido lo tonsuró y vistió con ropas de monje. Al despertar Wamba se encontró con que, según la ley, ya no podía ser rey. Las crónicas no lo cuentan, pero seguramente Wamba se sentiría agradecido, ya que cuesta tanto que lo droguen a uno como que lo envenenen. Se retiró a un monasterio, a vivir tranquilo los años que le quedaban de vida...

Y no se me sorprendan, que tenemos más: A Ervigio lo sucedió sin demasiados problemas Égica, que lo primero que hizo fue desterrar a Teodofredo de la corte, enviándolo a Córdoba (allí nacería su hijo, Rodrigo, que luego sería el último rey visigodo). A Ervigio le sucedió su hijo, Witiza, que mandó encarcelar a Teodofredo (que seguía en Córdoba) y cómo precaución adicional hizo que le sacaran los ojos... Que ser hijo de Recesvinto tenía su peso, y Witiza no quería problemas. Sin ojos, y con la ley en la mano, seguro que no podía gobernar a los visigodos.

El rey le cogió afición a esto de sacar los ojos, y quiso repetir la jugada con Rodrigo (el hijo de Teodofredo ¿recuerdan?). Éste no se dejó atrapar como su padre, organizó una rebelión armada y derrotó a Witiza, que terminó a su vez desterrado en Córdoba... y sin ojos (para que luego digan que Rodrigo no tenía sentido del humor)

El jefe de la guardia de Rodrigo era un tal don Julián, si hemos de hacer caso a crónicas y romances, que tenía una hija llamada Caba a la que el rey violó. En venganza de ello don Julián intrigó con los hijos de Witiza, y llamaron en su ayuda a los musulmanes bereberes del otro lado del estrecho...

Pero esa es otra historia, y ya la contaremos en otro momento y otro lugar.

6 comentarios:

  1. Precisamente ahora me estoy leyendo "Séñores de godos" Una novela histórica que creo que te gustaría mucho y tu entrada le va al pelo.

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  2. La verdad es que no se andaban con chiquitas. Aunque sus métodos fuesen salvajes, al menos podían escoger al regente; y en eso están mas avanzados que en la actualidad... ;)

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  3. Seguro que encuentras poderosas razones para la conquista goda de la Hispania tardo-romana en los manuales de Historia Medieval de Ladero Quesada, nada como una buena dosis de medievalismo para despertar el ansia rolera =)

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  4. Esto lo di en Historia del Derecho y era surrealista. Y si esto os hace gracia, buscaros "La ley del osculo" que las prometidas viudas hasta esa ley se encontraban sin novio, con bombo, repudiadas, siendo "mercancía usada" y encima teniendo que devolver la dote XDDD

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  5. ¡Qué tipo más cojonudo este Ibañez!

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