El árbol carnívoro de Madagascar
En 1878 el biólogo polaco Omelius Fredlowski recibió una carta del explorador alemán Carle Liche, en la que le explicaba que Carle y un compañero llamado Hendrich, mientras convivían con la tribu africana de los Mkodos, en Madagascar, tuvieron ocasión de ver un enorme árbol carnívoro al que los Mkodos realizaban sacrificios humanos. Lo describía como una gran piña de más de dos metros de altura, apoyada sobre su base. El tronco era de un marrón oscuro deslustrado, tan duro como el hierro. De lo alto del árbol colgaban unas hojas estrechas, de más de dos metros de longitud, que llegaban hasta el suelo. Estas hojas terminaban en sus extremos con la forma de un cuerno de vaca y poseían una cara cóncava. La copa del árbol exudaba un líquido transparente, tan dulce como la miel que provoca alucinaciones, euforia y sinestesia, entre otras cosas. Bajo el borde inferior salían unos zarcillos verdes, largos y peludos, de unos tres metros de largo. Por encima de éstos, seis tentáculos blancos, finos como juncos y casi transparentes, se retorcían y enrollaban incesantemente. En la carta Carle contaba que vio cómo los nativos obligaban a una mujer, empujándola con sus lanzas, a trepar por el tronco hasta la parte más alta, donde quedo rodeada por aquellos tentáculos que parecían serpientes danzando. Le ordenaron que chupara el líquido meloso de las hojas, y ella obedeció, entrando en una especie de trance histérico. De pronto el árbol pareció cobrar vida. Los tentáculos rodearon el cuello y los brazos de la mujer, que no paraba de reír histéricamente, Las grandes hojas se fueron cerrando sobre su cuerpo, aplastando y triturando, mientras el líquido meloso, mezclado con la sangre de la víctima, corría por el tronco. Los Mkodos se acercaron entonces y lo lamieron y bebieron con frenesí, iniciando una enloquecida y orgiástica fiesta. Durante diez días las hojas del árbol se mantuvieron alzadas. Cuando finalmente volvieron a reposar, cayeron unos huesos blancos, como corroídos por ácido, que era lo único que quedaba de la pobre mujer.
Atraído por este relato en 1924 Chase Salomón Osborn (todo un personaje, explorador, periodista, editor y político, gobernador de Michigan desde 1911 a 1913) visitó Madagascar en busca del “árbol antropófago”. No lo encontró, aunque muchos nativos e incluso varios misioneros le contaron que la leyenda era cierta y la planta existía. En 1935 un oficial retirado del ejército británico llamado L. Hearst tomó, en Madagascar, algunas fotografías de una especie desconocida de árbol, a cuyos pies había una cantidad considerable de huesos de animales. Sin embargo, en 1955 el científico Willy Ley demostró en su libro Salamanders and Other Wonders que los Mkodo, Carl Liche y el árbol carnívoro eran una fabulación. Pese a ello, el informe de Liche sigue siendo considerado verídico en determinados círculos conspiranoicos a día de hoy. Por ejemplo, en una fecha relativamente reciente (1998) el explorador checo Ivan Mackerle dirigió una expedición a Madagascar en busca del árbol, sin éxito, aunque sí encontró una planta carnívora mucho más pequeña llamada "árbol asesino de Kumanga (Kumanga Killer Tree)" capaz de inmovilizar y digerir pájaros pequeños.
Primos hermanos del árbol carnívoro de Madagascar son el “Yateveo” de América del Sur; el “Árbol Serpiente” de Nicaragua y Sierra Madre; y el “Duñak” filipino. Todos ellos son considerados fabulaciones, o como mucho exageraciones.
Por si les interesa, la mayor planta carnívora conocida es la llamada “Nepenthes rajah” de Borneo.
Esta planta tiene un tamaño aproximado de 40 cm de alto por 20 cm de ancho, con unas hojas unidas mediante peciolos al tallo, de las que surge un zarcillo (debido a que son plantas trepadoras) que puede medir hasta 50 cm de largo. Es capaz de consumir no solo insectos, sino también mamíferos pequeños.
Semillas de aventuras para juegos de rol
Se cree que el relato de Luciano Samosata (siglo III) sobre ciertas “mujeres vegetales” hermosas y sensuales es ficción, por supuesto. El fabulador romano describe en su “Historia Verdadera” que dichos seres seducían a los marineros que llegaban a su isla… envolviéndolos con sus ramas y zarcillos y absorbiendo sus jugos corporales cuando las abrazaban, dejándolos como momificados, apenas piel y huesos. Aunque siempre puede aparecer en alguna parte de una campaña de fantasía ¿no?
En “La Tienda de los Horrores” (tanto en la versión de Corman de 1960 como en la de Frank Oz de 1986), una gran planta carnívora se alimenta con sangre y carne humanas. Esta planta, de procedencia desconocida, puede subyugar a cierto número de cuidadores humanos para que le entreguen víctimas vivas como alimento. Los PJ pueden ser aquellos que investigan las desapariciones… o ser parte del menú si no andan lo bastante listos. Esta planta puede ser la que describe H. G. Wells en su relato “La floración de la extraña orquídea (1897)”, una orquidea que, procedente de las Islas Andamán se alimenta drenando la sangre de sus víctimas con una especie de tentáculos o raíces aéreas.
En la novela Las ruinas (2006), de Scott Smith, se describe una planta enredadera de flores rojas que se encuentra en la selva del Yucatán. Esta planta posee una perversa inteligencia, y disfruta “jugando” con sus víctimas haciéndoles perder la cordura para finalmente matarlas. Además, hay una tribu maya que la adora como su diosa y la protege. Tanto la novela como la película (del 2008) pueden adaptarse fácilmente a juegos de rol de terror, aunque mejor será que se usen personajes pre-generados porque el tema puede terminar fácilmente con un Total Party Kill


 
No hay comentarios:
Publicar un comentario