jueves, 16 de abril de 2020

Iglesias que no te creerías: 3. La Orden Tifoniana: Los adoradores de Cthulhu




El 1 de diciembre de 1947 muere  Aleister Crowley. Fue todo un personaje:  ocultista, místico, alquimista, escritor, poeta, pintor, alpinista y mago (y no de salón, precisamente, sino de los que practican la “alta magia”, o magia ritualista). Fue miembro (hasta que lo echaron) de la “Orden Hermética de la Aurora Dorada” (una organización secreta que estudia y practica la magia, la cábala y la alquimia); cofundador de la “Astrum Argentum” (una escisión de la anterior) y finalmente líder de la “Ordo Templis Orientis” (Orden de los Templarios del Este), que reorganizó por completo. Su lema era  “Haz tu voluntad, será el todo de la Ley” (muy parecido al mensaje de LaVey cincuenta años más tarde “Hágase TU voluntad”). Era un tipo (Crowley) que afirmaba extraer su energía mística del acto sexual, y con esa excusa organizaba frecuentes bacanales en las que hacía gala de una asombrosa energía (posiblemente gracias a las drogas con las que experimentaba)… y de un gusto completamente ecléctico con respecto a sus partenaires orgásmicos.

Pero esta no es una historia sobre Aleister Crowley (al menos, no del todo) sino de su secretario personal,  Kenneth Grant.

Grant era escritor y editor. Cultivó varios géneros: poesía, novela y ensayo. Con sus escritos influenció en otros grupos esotéricos, como  el Templo de Set o el Dragón Rojo, así como a varios artistas (el más famoso de ellos, el guionista de cómics Alan Moore)
Los que conocieron a Grant lo describen como un individuo atractivo, educado, solitario, inteligente, culto y amigable. Nada que ver con Aleister Crowley, del que sin embargo fue el último de sus secretarios personales y (según las propias palabras de Kenneth Grant) “su discípulo más querido”. A la muerte de Crowley en 1947 pretendió hacerse con el control de la “Ordo Templis Orientis”, pero terminó siendo expulsado de la misma en 1954, cofundando un año más tarde (junto con su mujer, Steffi Grant) su propia orden esotérica, a la que llamó  “Typhonian Ordo Templi Orientis”. Como sus siglas son T.O.T.O, y no suena muy serio, se la suele llamar “Orden Tifoniana”.
Su nombre hace referencia a la criatura llamada “Tifón” de la mitología griega, un monstruo hijo de Gea (la Tierra) y el Tártaro, (el Inframundo).  Poseía cabezas de dragón por dedos y un gran número de serpientes repartido entre sus muslos, con más serpientes formando sus piernas. Tifón podía abrasar todo lo que se le opusiese con sus ojos, vomitar fuego y lava de su boca, y crear huracanes y terremotos con el movimiento de sus alas. Zeus lo desterró al vacío exterior, más allá de las estrellas (según unos) o lo enterró bajo el monte Etna (según otros).

Sea como fuere la Orden Tifoniana se basa en la llamada “magia tifoniana”, la invocación de entidades extraterrestres y de otras dimensiones mediante complejos rituales, la adecuada preparación mística (en parte cultivada gracias al uso de drogas), disciplina mental, ejercicios de meditación y canalización (cómo no) de la actividad sexual. La energía de esas entidades puede ser usada para el propio fortalecimiento personal y para beneficios más mundanos como el tener éxito sentimental, profesional y económico.

Siempre según Kenneth Grant todo se inició en Nueva York en 1918, cuando Crowley y un grupo de magos acólitos suyos   realizaron una serie de rituales conocidos como “Los Trabajos de Amalantrah”, en los que invocaron a unas supuestas entidades interdimensionales, procedentes de la llamada “Mauve Zone”, una región más allá del tiempo y el espacio donde el Ser Verdadero existe, y las entidades que allí residen son de naturaleza tan incomprensible para el ser humano que bien pudieran ser consideradas dioses (y de hecho lo han sido para ciertas culturas pasadas).
Según los escritos de Crowley y Grant, la invocación tuvo éxito. Los cultistas contactaron  con una entidad llamada “Lam” que llegó a materializarse por un breve periodo de tiempo. Según los testigos tenía la cabeza grande, los ojos alargados y la piel de color grisáceo (descripción que posteriormente han dado muchas de las víctimas de casos de abducción).

Si están pensando en los mitos de Cthulhu de H.P Lovecraft… piensan bien. Ahora vamos a ello.

Siempre según Kenneth Grant, en Nueva York en 1918 se conocieron Crowley y una aspirante a escritora de 35 años, que hacía apenas dos había enviudado de un marido maltratador: Sonia Greene, la que luego (en 1921) fuera la esposa de H.P. Lovecraft. Al parecer entre Crowley y Greene se produjo un breve y tórrido romance, y el mago, entre casquete y casquete, le contaría a su amante el éxito del ritual que había llevado a cabo en esos días. Confidencias que la muy chivata de Sonia le contaría, a su vez, a su futuro esposo, dando lugar a la creación de los Mitos de Cthulhu. Eso podría ser cierto teniendo en cuenta que la primera mención del Necronomicon aparece en el relato “El Sabueso”, escrito tres meses después de que el escritor de Providence conociera a Sonia Greene. Pero los escépticos señalan (con cierta razón) que cita por primera vez a  Abdul Alhazred (autor del Necronomicon) en el relato de “la Ciudad sin Nombre”, fechado en enero de 1921, casi seis meses antes de que Lovecraft conociera a su futura mujer. Racionalista y ateo, e incapaz de asimilar este conocimiento, Lovecraft se volvería loco. Paradójicamente, esto favorecería su contacto con estas entidades (a través de visiones y pesadillas), ya que Crowley había dejado la puerta dimensional que abrió mal cerrada. Influido psíquicamente, el escritor de Providence desarrollaría toda una mitología en sus escritos, sin ser consciente de que eran algo más que el fruto de su febril imaginación.

Kenneth Grant señala otras pruebas para cimentar esta tesis:

Crowley tenía un libro de conocimiento, escrito bajo la inspiración de una entidad sobrenatural: El Libro de la Ley. En la ficción de Lovecraft se convertiría en el Necronomicon.

Crowley llamaba a estas misteriosas entidades de otras dimensiones “Los Grandes Antiguos”. Lovecraft los denominaba “Los Antiguos”

Crowley habla del “sueño original de los Antiguos”, de un estado de postración del que estaban despertando gracias a su invocación. Lovecraft escribió que el  gran Cthulhu yace dormido en R’lyeh “que no está muerto aquello que puede soñar eternamente” y todo eso...

Crowley menciona en sus escritos el “Yermo Frío de Hadith”, que Lovecraft rebautizaría como el “Yermo Frío de la meseta de Leng”

Según Kenneth Grant, su “Culto de Cthulhu”  personifica el subconsciente y las fuerzas fuera de la conciencia. La verdadera creatividad solo tiene lugar cuando estas entidades contactan a través de nosotros en un estado de semi inconsciencia, ya sea debido al sueño, las drogas o en un trance auto inducido. No son entidades malignas ni destructivas, sino energías dinámicas de la consciencia, que tratan de abrirse paso hasta nuestra realidad.

Kenneth Grant murió en el año 2011, pero su sucesor al cargo de la Orden Tifoniana, Michael Staley, y sus fieles seguidores, siguen realizando rituales cada cierto tiempo para abrir un poco más la puerta dimensional que permitirá al Gran Cthulhu y los suyos entrar en nuestro mundo...



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