miércoles, 28 de febrero de 2018

Las Sectas (o Iglesias) Satánicas. 1. Los luciferinos.



Para empezar, una aclaración: En contra de los que cree mucha gente los que adoran a Satán (los satanistas, vamos)... son cristianos. O al menos, una herejía del Cristianismo, o del Judaísmo, si se prefiere. Consideran que los libros sagrados que forman la Biblia fueron escritos “por los vencedores” en su conflicto... En este caso, claro, los adeptos a Dios y a su Iglesia. Esta afirmación suele fastidiar mucho a los satanistas, así que, si os invitan a uno de sus aquelarres, no lo comentéis a modo de chiste para romper el hielo...

Los satanistas más antiguos son los Luciferinos... que se enfadan a su vez mucho si se les llama “satanistas” (otro dato para no olvidar). Y es que los Luciferinos no creen que Lucifer y Satán sean el mismo ser... sino dos muy diferentes.

Así que en lugar de llamarles directamente “satanistas” les llamaremos “herejes”, que queda así como más neutro. Sea como fuere, el nombre aparece en la historia en el siglo IV de nuestra era. En concreto hacia el año 362, en el Concilio de Alejandría. En él el obispo Atanasio solicitó el perdón y la indulgencia para aquellos sacerdotes y obispos que en su día hubieran abrazado la herejía arriana (que, básicamente, sostenía que Jesús era hombre y no Dios). A esto se opuso ferozmente el obispo de Cerdeña, Luciferus (portador de la luz) de Cagliari, provocando lo que se llamó “el cisma luciferino” al negarse a acatar la decisión del concilio de conceder tal perdón (rencorosillo que era el hombre), y seguir su ejemplo numerosos miembros del clero de Italia y la Península Ibérica, que fueron llamados, evidentemente “luciferinos”. Por otro lado este cisma (más bien pataleta tozuda) no tenía alteraciones doctrinarias, así que la cosa acabó en agua de borrajas... salvo por un pequeño detalle secundario: Uno de los amigos de Atanasio era nada menos que Eusebio Hierónimo (más conocido como san Jerónimo) que, al traducir la Biblia al latín, tradujo el hebreo “helel” (lucero) que se menciona en Isaías 14.12-14 por “Lucifero”, anatemizando para siempre el nombre de su adversario doctrinal al relacionar su nombre con el del Diablo, o al menos con el del ángel rebelde que se alzó contra Dios (y que los hebreos relacionaban con Venus, la estrella o lucero del alba).

Hasta aquí, fetén. Por razones evidentes, los padres dejaron de bautizar a sus hijos como “portadores de la luz” (Lucifer), el nombre del obispo de Cagliari quedó denostado y a otra cosa. Pero la mezquina venganza de san Jerónimo tuvo un efecto secundario con el que nadie contaba. Otra secta herética del cristianismo, los gnósticos, se quedó con el nombre de Lucifero, el portador de la luz.
Los cristianos gnósticos creían que en el origen de todo, como no podía ser de otro modo, había una diosa Madre Creadora, Sofía (la Sabiduría) o Gnosis (Conocimiento). Ella empezó la Creación poco a poco, sin prisas, para hacerla perfecta. Entonces apareció el Demiurgo (Hacedor, constructor) el dios macho, que dijo algo así como: ¡Ja! ¡Qué lenta vas! Esto lo hago yo en siete días y aún me sobra uno! Y así lo hizo. Pero como lo hizo a toda prisa, lo hizo imperfecto, y por ello hay cosas buenas y malas en el mundo. Como tonto no era, el Hacedor se quedó con la parte mejor hecha, la que había creado al principio la Sabiduría. Y para que la diosa no le molestase con las críticas al mal apaño que había hecho, la convirtió en árbol. El famoso árbol del Conocimiento. Un ángel rebelde (que los gnósticos identificaron con Lucifer, el portador de la luz) le dio el fruto de ese árbol a Eva, que a su vez se lo dio a Adán. Así se volvieron sabios, y por lo tanto rebeldes, pues el mejor esclavo y sirviente es el ignorante. Enojado el Hacedor los expulsó del Paraíso a los tres (Adán, Eva y Lucifer) obligándoles a vivir en el mundo imperfecto creado a toda prisa...

Así, según los Luciferinos, Lucifer no es el enemigo de la Humanidad sino su valedor, a la manera del Prometeo griego. El adversario del ser humano, el que busca su perdición, es Satán. ¿Y Dios, el Hacedor? Pues con un punto de vista muy oriental, de él procede tanto el Bien como el Mal. Mantiene egoistamente para sí el Conocimiento, la Gnósis, la Sabiduría, Sofía convertida en árbol del Conocimiento en mitad del Paraíso perdido. Aunque una pequeña parte de ella fuera entregada por el “Portador de la Luz”, Lucifer, a la Humanidad... que, hija de la creación del Hacedor, tiene en su mano tanto la capacidad de hacer el bien como de hacer el mal, y es las dos cosas a la vez. Para los luciferinos, la iluminación es el objetivo final. Los principios luciferinos básicos resaltan la verdad y la libertad de voluntad, adorando al ser interno y al potencial máximo de uno mismo. No hacen falta dioses, no hace falta la promesa de un premio o la amenaza de un castigo para distinguir el bien del mal y hacer el bien. Todas las ideas deben probarse antes de ser aceptadas, e incluso entonces uno debe permanecer escéptico porque el conocimiento y la comprensión son fluidos.

Lucifer es, en última instancia, un arquetipo para los denominados luciferinos “puros”: una representación del último conocimiento y exploración: el salvador de la humanidad y un campeón para el crecimiento personal continuo. (Luego están los Luciferinos “teistas” que lo consideran un ente, una deidad real, que no debe ser adorada como el Dios Hacedor Judeo cristiano, sino venerada como maestra y amiga, como “espiritu guía” hacia ese conocimiento que desde el inicio de los tiempos ha sido vedado a la Humanidad. 

Sociedades luciferinas son (o fueron en sus inicios):

La Thelema o “Escuela de Libre Pensamiento”,   fundada por el escritor británico Aleister Crowley, (que era un poco... raro) basada en el mito de muerte y renacimiento del dios egipcio Osiris, identificado por los luciferinos como la versión egipcia de Lucifer (aunque a mi me chirría bastante su lema de “Haz tu Voluntad, será toda la Ley”, lo encuentro demasiado egoísta para ser cien por cien luciferino, pero bueno...)

​La Masonería, sociedad secreta fundada en 1717, que sigue la tradición luciferina afirmando que Lucifer es el Intelecto, que fecundó a Eva de su primer hijo, Caín, y que sus descendientes, los cainitas, representan a los intelectuales que transforman la humanidad y que dotan de libertad absoluta al hombre. Aunque claro, la masonería es laica y librepensadora, y advierte que lo anterior es una fábula que no debe ser tomada al pie de la letra.

La Teosofía, doctrina de pensamiento desarrollada por  Helena Blavatsky, Henry Steel Olcott  y William Quan Judge en la segunda mitad del siglo XIX. Su propósito es desarrollar filosofía y ciencia por medio de corrientes humanistas. Lucifer, al que llaman Metatrón, representa la Luz de la Razón.  La Sociedad teosófica, fundada por ellos en Nueva York en 1875, sigue más o menos activa en numerosos países. Su revista oficial se llama, evidentemente “Lucifer”

La Orden Hermética del Alba Dorada. Una escisión de la masonería inglesa, fundada en Londres en 1888 por William Wynn Westcott y Samuel MacGregor Mathers, el Duque de Wessex. Se consideran sucesores espirituales de los templarios y de los rosacruces originales alemanes, y aunque se declaran espiritualmente Luciferinos, consideran que el relato ha de ser tomado como una parábola simbólica.

La Orden de la Estrella de la Mañana (Order of the Morning Star) fundada por la astróloga británica Madeline Montalban en 1956, también se declara luciferina... aunque de una manera un tanto... rara.  (son frikis hasta para mi)

Iglesia Neo-Luciferina. Más raros aún que la anterior. Estos mezclan la gnosis, el esoterismo occidental, el vudú, el luciferismo, la thelema y la magia

Iglesia Mayor de Lucifer. La más moderna hasta la fecha, fundada en el año 2014 en Houston, Texas, bajo el liderazgo de  Jacob No, Michael W. Ford y Jeremy Crow, (éste último también fundador de la Luciferian Research Society).  En enero de 2015, los fundadores de IML presentaron documentos en el Juzgado del Condado de Austin para hacer negocios bajo el nombre IML. Jacob No describe a la IML como una organización que "sigue una filosofía y es una religión no dogmática, que enfoca sus enseñanzas hacia el mundo práctico”.  Sin comentarios...





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