miércoles, 31 de julio de 2019

Minorías malditas de España 5. Morenos y “de Blancos”





España  fue el último país europeo en abolir por completo la esclavitud, en 1886, aunque algunos señalan que no había esclavos en la península desde 1776, cuando el sultán Mohammed III de Marruecos compró (y liberó) a casi todos los esclavos musulmanes de Barcelona, Sevilla y Cádiz... (aunque no hay datos sobre los esclavos de origen subsahariano). En 1837 llegó la abolición legal de la esclavitud española... pero limitada al ámbito peninsular. La esclavitud no fue ilegal en la entonces colonia de Puerto Rico hasta 1873, y Cuba tuvo que esperar hasta 1880 (complementado con el real decreto del ya citado año de 1886, que liberó a los últimos 30.000 esclavos que quedaban de la isla).

Volviendo a la península... ¿qué fue de los esclavos tras su liberación? La mayoría de los de origen magrebí fueron acogidos por el sultán de Marruecos, pero muchos de los antiguos esclavos de color se quedaron en la península. Recibieron los motes de “morenos”, “travesaos”, (o “atravesaos”). “los del barco”, “los de Colón” y “de Blanco” (ya que eran propiedad de blancos). Al negro también se le llamaba, de gorma genérica “Simón”, y “Curro”.  Algunos de estos motes llegaron a convertirse en apellidos, y sus descendientes aún los usan.

Desde el siglo XIV y hasta inicios del siglo XIX (hasta que los ingleses decidieron decir digo donde habían dicho diego y pasaron de ser los mayores comerciantes negreros a luchar contra la esclavitud) Sevilla, Cádiz y Valencia fueron (junto con Lisboa) centros de comercio esclavista de primer orden. Tanto es así que en esas y otras ciudades andaluzas la población de color (esclava o ya liberada) llegó a alcanzar el 20% del total. (la excepción está en San Lúcar de Barrameda, que llegó a contar con casi un 50% de población esclava o descendiente de esclavos.  A finales del siglo XVI se calculan en España 58.000 esclavos subsaharianos, “turcos” (musulmanes del imperio otomano), “moros” (originarios del norte de África) e incluso nativos de las islas Canarias. Solían ser mineros y jornaleros en el campo y sirvientes en la ciudad, en especial los subsaharianos. Durante los siglos XVII y XVIII tener un esclavo de color (convenientemente “adiestrado” en el arte de servir) era señal de distinción, y tanto aristócratas como clérigos presumían de ellos.  Se permitían las manumisiones (declararlos legalmente libres), al modo de la “Lex” romana, pero ese derecho era un arma de doble filo: los “negros” libres  quedaban relegados al nivel más bajo de la sociedad, y solo tenían acceso a los trabajos más penosos. Los que ningún blanco, ni el más pobre, quería hacer. Hubo excepciones, por supuesto. Juan Latino, en el siglo XVI llegó a ser catedrático de la Universidad de Granada y está considerado el primer afroeuropeo en escribir en latín clásico. Todo un logro para un hombre  nacido en 1508 de una pareja de esclavos de color propiedad del cuarto conde de Cabra, Luis Fernández de Córdoba.  Otro esclavo de color que destacó por méritos propios fue Juan Pareja, esclavo ayudante de taller de Velázquez, que le concedió la libertad en 1650 (año en el que pintó su retrato) y que se convirtió en pintor de reconocido prestigio.

El historiador Antonio Delgado Hernández escribía en el siglo XIX: "En los siglos XIV y XV los mareantes de Palos, Moguer y Huelva frecuentaban la costa de Guinea, de donde extraían esclavos negros para los mercaderes de Andalucía... Las naves que conducían esta odiosa mercancía aportaban casi siempre a puertos inmediatos a Niebla, donde se negociaban los esclavos, y comúnmente quedaban muchos en el país... Cuando llegaba el caso de ahorrarlos (libertarlos), moraban en aquellos pueblos, donde la raza se perpetúa casi sin mezcla; pero al cabo de tantos años ha perdido su primitivo color y degenerado en trigueño. Muestran su origen en sus fisionomías y en rastros del ángulo facial de la raza etiópica"

Arcadio Larrea en “Los Negros de la Provincia de Huelva” constató en 1952 (fecha de la publicación de su trabajo) la presencia de descendientes de antiguos esclavos africanos en tres localidades de la zona de Niebla de la que habló Antonio Delgado cien años antes:  en Palos contabilizaba "de diez a 12 familias"; en Moguer "14 familias de negros puros (70 individuos) y unos 30 o 40 travesaos (mestizos)"; en Gibraleón, "el núcleo más importante y diferenciado", más de 200 individuos de color.

Estas comunidades se nutrieron en el siglo XIX de nuevos migrantes de color: Gentes libres que luchaban contra los españoles en Cuba y que, apresados, eran deportados a la península, aveces como paso previo antes de enviarlos a pudrirse a los presidios de Ceuta y Guinea. Tal fue el caso de un tal “Negro Simón”. Compañero del revolucionario cubano José Martí, que terminó sus días condenado por “asesinato” en un penal de Fernando Poo.

Paradójicamente, en 1950 ya no había descendientes de esclavos africanos en Niebla, donde antes fueron tan abundantes. En un documento de 1493 se quejan los vecinos de la población sobre las "muchas libertades e franquezas" que el señor de esas tierras (tercer duque de Medina Sidonia, don Juan de Guzmán), “les mandó dar e dio" a los antiguos esclavos, entre ellas tener un alcalde de su raza encargado de hacer "la justicia sobre sí". Eso en una época, recordémoslo, en la que las gentes libres de color, en la península, tenían prohibido aprender a leer y a escribir y les estaba vedado el acceso a figones y tabernas, fueran libres o esclavos, en la creencia de que el alcohol, incluso en pequeñas cantidades, enloquecía al hombre de color.

¿Donde fue la próspera población negra de Niebla? O se mezclarían con sus vecinos olvidando sus orígenes o quizá emigraron, como hicieron la mayoría de la comunidad negra de Sevilla, en su tiempo tan importante que a finales del siglo XIV tenía un asilo y una cofradía que aún hoy en día aún se mantiene, al menos de nombre: “Los Negritos” es actualmente la hermandad de Semana Santa más antigua de la ciudad. Muchos negros libres de origen sevillano acabaron en Cuba, en cuya capital, la Habana, terminaron creando una especie de organización criminal: los negros curros.

¿De qué trabajaban los afroeuropeos libres de Huelva? Pues lo hicieron en las tareas que pocos o ningún blanco querían hacer, y normalmente por un salario más bajo. Y bastante mal vistos por sus vecinos, claro, por aquello de que “les quitaban el trabajo”.

De unos años a esta parte vuelven a ver migrantes de origen africano en la península. Y me temo que las cosas no han cambiado absolutamente en nada.

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