lunes, 26 de septiembre de 2011

De los pícaros del siglo de oro y sus malas artes (Fin)


Los aprovechados Maltrapillos y otras picardías menores.

Se conoce con el mal nombre de Maltrapillo o con el aún peor de Golondronero al soldado pícaro que se ha apuntado en la milicia para huir del hambre y quizá de la justicia, al que le importa poco la honra y la patria y que lo que tiene de bravucón no es, ni de lejos, lo que tiene de cobarde. Son los Maltrapillos los primeros en desertar si las cosas vienen mal dadas, los primeros en amotinarse si no se cobra la paga puntualmente y los primeros en arramblar con lo que se pueda de valor, sea en un campamento enemigo o registrando los cuerpos de los caídos en la batalla, sin importar que sean propios o extraños. En la batalla no buscan la victoria, sino evitar que no les hieran, para lo cual, aprovechando la confusión, suelen escabullirse en algún escondrijo del que no salen hasta que todo ha terminado.
Aparte de cometer todo tipo de desordenes y tropelías cuando están en la milicia, les dura el embuste cuando están fuera de ella, que entonces se hacen pasar por soldados veteranos, tullidos o baldados, o por cautivos que cargan con las cadenas que les pusieron en la morería diciendo que van en peregrinación, pidiendo así limosna. Si saben de las señas de algún soldado compañero, no dudan en presentarse en su casa, sea para dar noticias verdaderas o falsas a la familia sobre su compañero o (si éste anda también licenciado) para vivir a su costa hasta que los eche.

Muchas son las tretas de los pícaros holgazanes, que harto trabajoso sería mentarlas todas. No hemos de citar pues, sino muy brevemente, a los criados que sisan, a los que venden joyitas u otros objetos a forasteros, arguyendo grande necesidad, y luego acusan a éstos de haberles robado, dando tantos detalles de los objetos en cuestión que la justicia, al descubrirlos entre las pertenencias del acusado, no puede por menos de creerles. También están los que se apostan a las puertas de las grandes ciudades, y simulando ser justicias, esquilman a los necios y a los rústicos recién llegados, diciendo que han de pagar ésta o aquella multa, por una infracción imaginaria, y les meten miedo en el cuerpo, de manera que el pobre desgraciado les da cuanto le piden a cambio de no verse en la cárcel de la villa o aún engrilletado ante la Santa Inquisición. Por último, aunque de no menor delito, citaremos a los monederos falsos, los que fabrican moneda falsa y la hacen pasar por buena, o sus hermanos menores, los Cambiadores, que engañan a sus víctimas (a menudo extranjeros) cambiándoles sus monedas por otras del país de menor valor…

Que ya lo dicen los sabios, entre rijos y veras, pero nunca está de más que las palabras sabias se repitan cuantas veces se pueda:

Con arte y engaño
Se vive medio año
Con ingenio y con arte
Se vive la otra parte

1 comentario:

  1. Gran trilogía sobre los Pícaros.
    Como ya es costumbre, me ha servido para aprender algunos detalles que desconocía sobre estos personajes que tan útiles serán en mi campaña.
    A parte de aprender, a buen seguro que provocarán más de una situación digna de ser mencionada con algunas cervecitas alrededor de una mesa cuando recordemos las partidas de rol jugadas.

    Un saludo

    ResponderEliminar