martes, 30 de octubre de 2018

La Historia tras la Leyenda 5. V


El personaje de “V de Vendetta”, con su característica máscara, apareció por primera vez en un cómic, publicado en la revista inglesa Warrior en 1982. Sus autores, Alan Moore (guión) y David Lloyd (dibujos), lo enmarcaron en un futuro cercano distópico: Quince años en el futuro (de 1982, es decir, estamos en 1997) el mundo ha sido parcialmente destruido por una guerra nuclear. Las islas británicas, que han salido más o menos bien paradas de la contienda, están bajo el férreo control de un gobierno de corte fascista-totalitarista. Un héroe de origen misterioso, que se esconde  tras una máscara de Guy Fawkes, lucha contra los sicarios del régimen tratando de destruir el Parlamento (símbolo del gobierno británico, tanto en esa ficción, como en el pasado o el presente reales) como tratara de hacer Fawkes. Pero el personaje de V  no presenta una alternativa al gobierno. Quiere que la gente se sacuda el yugo que les oprime pero, con un subtexto plenamente anarquista, no ofrece sustituirlo por nada. Eso depende de la gente. Ser libre implica la opción de pensar y decidir, no de limitarse a obedecer o aceptar sin más lo que se les proponga. V no lucha por o para el Pueblo. V ES el Pueblo. Bajo su máscara puede estar cualquiera, y de hecho están todos.
El personaje se hizo aún más popular con la película del año 2005 (aunque se redujo bastante el mensaje anarquista) y en el 2008, cuando la máscara de “V” fue adoptada como imagen por el grupo Anonymus.

Posiblemente al Guy Fawkes histórico le daría una apoplejía si resucitara y se diera cuenta de lo que  simboliza actualmente su imagen. 





Nacido en 1570 en el seno de una familia anglicana, se convirtió al catolicismo (por influencia de su padrastro) en 1586, con 16 años recién cumplidos. Cinco años después vendió las propiedades que había heredado de su padre y marchó a Europa para hacerse soldado y combatir en el muy católico ejército español del archiduque Alberto de Austria. Allí aprendió, entre otras cosas, a manejar explosivos, una habilidad que luego encontraría muy útil. Hacia 1600 visita España, donde castellaniza su nombre a “Guido”.
Hacia 1604, volvió a Inglaterra, reclutado por su amigo de la infancia John Wright  para una conspiración liderada por el católico Robert Catesby: los conjurados pretendían nada menos que volar el Palacio de Westminster con explosivos (en concreto, 36 barriles de pólvora, unos 800 kilogramos) que colocados en un sótano justo debajo de la Cámara de los Lores asesinarían al rey Jacobo I de Inglaterra junto a mucha de la aristocracia protestante. Aprovechando la confusión y que varios de ellos estaban infiltrados en el Palacio secuestrarían a los infantes reales, eliminarían o obligarían a renuncikar al trono al príncipe Carlos y colocarían en el trono a la joven  Isabel Estuardo, hija del rey Jacobo, que por su edad (en el momento de la conspiración tenía nueve años) sería fácilmente manipulada por ellos. Así lograrían derrocar a la Iglesia anglicana y devolver a Inglaterra al seno de la Iglesia católica, de la que se había separado cien años antes. (Se sospechó, aunque nunca se pudo demostrar, que la conspiración fue financiada al menos en parte por España, el enemigo natural de Inglaterra, y bien que pudiera ser cierto, aunque oficialmente se negó siempre).

Algunos de los conspiradores habían formado parte de la rebelión del conde de Essex contra Isabel I, en 1601. Otros se sentían decepcionados por el nuevo rey, que pese a ser hijo de una católica devota (la reina María Estuardo de Escocia) no había derogado las leyes anti-católicas dictadas por Enrique VIII. De hecho, las endureció, expulsando del país a los sacerdotes católicos y dictando una ley por la que se prohibía a los católicos recibir rentas o hacer testamentos (por lo que, al morir sin testar, sus posesiones pasarían a ser propiedad de la Corona). Otros, finalmente, eran nacionalistas ingleses o escoceses que quería abortar por todos los medios una supuesta unión entre ambos países, ahora que ambos tenían un mismo rey. En total eran trece los conjurados, aunque el “núcleo duro” lo formaban el cabecilla Robert Catesby, su primo Thomas Wintour, John Wright, Thomas Percy y el propio Guy Fawkes.

Sin embargo, la conspiración fue descubierta en el último momento, tras dieciocho meses de cuidadosa planificación. Uno de los conjurados,  Francis Tresham, envió una carta anónima a su primo Lord Monteagle avisándole de que no asistiera a la reunión del parlamento el 5 de Noviembre. Éste era católico, pero leal al rey, por lo que informó del anónimo al primer ministro, poniendo así al gobierno en alerta. Guy fue arrestado hacia la medianoche del 4 de noviembre de 1605, al ser descubierto en los sótanos del Parlamento, junto a los explosivos. Acusado y condenado por traición a la Corona, se decretó la ejecución más cruel de la ley inglesa, reservada para estos casos: Ser colgado (que no ahorcado, se le ponía la soga y se izaba, con lo que el cuello no se movía sino que se ahogaba lentamente, pataleando entre 5 y 10 minutos, en algunos casos hasta 15). Pero la ejecución no acababa ahí... sólo empezaba.
Cuando el reo dejaba de patalear (lo que indicaba que estaba prácticamente muerto) se le descolgaba y se dejaba que se reanimara un poco. Entonces lo ataban a unos caballos que lo arrastraban por las calles, cuidando de que tampoco muriera, sólo sufriera laceraciones por todo el cuerpo. Y finalmente era descuartizado lentamente. Tal suplicio mereció Thomas Wallace, el rebelde escocés “Braveheart”, y los amantes de Catalina Howard, la quinta esposa de Enrique VIII, entre otros. Pero Guy Fawkes burló a sus verdugos. Logró zafarse y saltó del patíbulo, que estaba bastante alto, para que todos vieran su ejecución. Se rompió el cuello y murió en el acto.
Los demás conjurados sufrieron peor suerte: Robert Catesby, Thomas Percy,  John Wright y su hermano Christopher murieron al ser detenidos (o murieron a consecuencia de las heridas sufridas). Los otros ocho conjurados fueron capturados, más o menos heridos, y condenados a la muerte de la que logró zafarse Guy.

La llamada “Conspiración de la pólvora” trajo como consecuencia un recrudecimiento de las leyes anti-católicas: Se les prohibió servir como oficiales del ejército o en la marina y se negó su derecho al voto, ley que no se levantaría hasta 1829,

Y por decreto real, cada 5 de Noviembre por la noche es recordada la conspiración de Guy Fawkes en la llamada “Noche de las Hogueras” (Bonfire Night), también llamada “Noche de  Guy Fawkes”. Se encienden hogueras, se queman en ellas peleles que representan al conspirador y se hacen estallar petardos y fuegos artificiales. Una celebración que a algunos nos recuerda mucho la Noche de San Juan.


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