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sábado, 25 de julio de 2020
Iglesias que no te creerías: 7. Sexo, drogas y hologramas de vídeo: La Orden del Templo Solar
El origen de la secta se inició con el “Centro para la Preparación de la Nueva Era”, fundado por Joseph di Mambro, un relojero y joyero francés de 49 años con aficiones ocultistas. Su grupo atrajo a Luc Jouret, un médico homeópata con un fuerte carisma (e ideas neonazis) , con el que fundó en 1984 en Ginebra (Suiza) la secta, originalmente llamada Ordre International Chevaleresque de Tradition Solaire (orden internacional caballeresca de tradición solar), posteriormente llamada “Fundación de la Vía Dorada” y “Orden Del Templo Solar” Para fines de la década de los ochenta, la orden tenía entre 450 y 600 seguidores, repartidos en Francia, Suiza, Canadá, España y Estados Unidos. Todos ellos pertenecían a familias acomodadas y habían hecho generosas donaciones a la secta. Se calcula que en total, en solo cinco años, Di Mambro y Jouret habían atesorado casi 93 millones de dólares.
El credo de la secta podría resumirse en cinco puntos: Establecimiento de nociones correctas de autoridad y poder en el mundo; la afirmación de que lo espiritual está por encima de lo material; asistir a la humanidad en una gran “transición”; la preparación de la segunda venida de Cristo como el “Dios Rey Solar” y la unificación de todas las Iglesias cristianas y el Islam. A la fuerte personalidad del “profeta” Jouret sumaban el uso de drogas y de hologramas para hacer aparecer seres “cósmicos” entre sus seguidores, a los que se les aseguraba que llegado el momento abandonarían su envoltura carnal para viajar por el espacio rumbo a la lejana estrella Sirius (a unos 8´6 años luz del sistema solar, lo que no es poca cosa). Estos seguidores, que como ya se ha dicho pertenecían a clases sociales acomodadas, ascendían dentro de la secta a través de complejos rituales, y en cada uno de los nuevos rangos debían pagar una “tarifa de iniciación” bastante elevada. La secta controlaba, además, otros aspectos de la vida de sus fieles, como el de tener o no hijos.
Los hechos se precipitaron la noche del 30 de septiembre al 1 de octubre de 1994. Esa noche fue asesinado Emmanuel Dutoit, un bebé de tres meses hijo de Tony Dutoit y su mujer Nicky. Residentes en Canadá y antiguos miembros de alto rango de la secta, ambos la habían dejado y (aún peor) habían concebido un hijo sin permiso. Enfurecido, Joseph di Mambro proclamó que el bebé era el Anticristo y lo condenó a muerte. Y lo peor de todo es que miembros radicales de la secta, en Quebec… le obedecieron (algo que posiblemente su líder no quería que pasara, pero ya se sabe). La familia fue secuestrada y conducida a un chalet propiedad de Di Mambro ubicado en Morin Heights, Quebec. Allí asesinaron a bebé clavándole seis veces una estaca de madera en el cuerpo, ante la mirada horrorizada de sus padres, que luego fueron, a su vez, “ejecutados”. Sabiendo que la policía estaba investigando las muertes y conscientes de que su detención era cuestión de horas, di Mambro y Jouret proclamaron que se había iniciado “el tránsito a Sirius”. El cuatro de octubre ambos comieron en un restaurante de lujo, junto a doce de sus discípulos más allegados, en una especie de reproducción de la Última Cena. Al día siguiente fueron encontrados muertos junto a 46 de sus seguidores. La autopsia reveló que, mientras que algunos ingirieron veneno, otros murieron de un tiro en la cabeza, con las manos atadas. Los cuerpos fueron luego quemados para dificultar la identificación.
Pero con la muerte de los líderes no finalizaría el macabro “tránsito a Sirius” que habían iniciado. Entre el 30 de septiembre de 1994 y el 22 de marzo de 1997 se suicidaron (o fueron asesinadas) un total de 74 personas en Suiza, Francia y Canadá. En todos casos el modus operandi fue el mismo: muerte por sobredosis de calmantes o por un tiro en la cabeza, para que luego sus cuerpos fueran rociados con gasolina y quemados. Aunque la secta oficialmente ya no existe la Interpol teme que sus creencias hayan sido adoptadas por otros grupos místicos de corte similar.
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No conocía nada de ésto. Vaya trama, se quedan los pelos de punta... Un saludo!
ResponderEliminarLe realidad siempre supera la ficción
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLo de "un tiro en la cabeza, para que luego sus cuerpos fueran rociados con gasolina y quemados" hace suponer que quedaban supervivientes (los ejecutores y limpiadores).
ResponderEliminarAsí que, aunque la secta no exista, es evidente que algunos de ellos han conseguido eludir a la justicia...